domingo, 30 de octubre de 2016

Los Clubs Patrióticos de Mujeres



Los clubs patrióticos de mujeres tuvieron una corta vida ya que fueron muy pronto prohibidos, pero sin embargo tuvieron una gran influencia en la Revolución. Eran  utilizados por las mujeres para reunirse, intercambiar opiniones e información, debatir sobre cuestiones políticas, leer los periódicos y las noticias del día, etc

El papel de la mujer en la Revolución francesa fue notable, aunque no participara en el sistema político institucional.



La participación de las mujeres de clase baja en las movilizaciones populares (mayoritaria en algunos episodios, como la marcha a Versalles, la captura del rey en Varennes o las jornadas de prairial del año III -mayo de 1795 ) y las actividades radicales de clubes femeninos e individualidades femeninas llegaron a suscitar un movimiento de rechazo por parte de la Convención, que decretó la clausura de esa clase de clubes, porque su crispada agitación estaba acarreando muy funestas consecuencias para la joven república, e incluso prohibió el acceso de mujeres como espectadores de las sesiones parlamentarias.

En cuanto a su actividad callejera, teniendo en cuenta que las mujeres abusan de la consideración que se les tiene por la debilidad de su sexo, en adelante las que sean encontradas presentes en cualquier motín deberán ser dispersadas sin contemplación por la fuerza de las armas y se dictará contra ellas orden de arresto.




Una pareja sans-culotte (grabado del siglo XIX que hace referencia a los sucesos del 10 de agosto de 1792).


Los clubs patrióticos tuvieron una gran influencia en la Revolución. Entre 1789 y 1793, quedaron censados 56 clubes republicanos femeninos activos en la emisión de peticiones y con expresión pública de una voz en femenino que reclamaba la presencia de las mujeres en la vida política.

Entre los clubs más dinámicos de la época se pueden citar: 



Sociedad de las Republicanas Revolucionarias, creada en 1793 por mujeres del entorno sans-culotte: Pauline Léon y Claire Lacombe, identificadas con los enragés.

Sociedad Fraternal del Uno y el Otro Sexo, fundada en febrero de 1790 por Claude Dansard, Jean-Lambert Tallien, Merlin de Thionville, Jacques Hébert, Etta Palm d’Aelders (que anteriormente había sido espía), Louise de Kéralio (primera mujer en el cargo de redactor jefe de un periódico -L'Ètat et le Citoyen-) y Théroigne de Méricourt. Desde 1791 las mujeres de este club se negaban a casarse con los que tuvieran reputación de aristócratas. Se consideraba un club ligado a los jacobinos.





Sociedad de las Amigas del Consuelo, con sedes en Burdeos y en Dijon

Damas del Mercado, que se opuso a la propuesta de otro grupo femenino de utilizar de forma obligatoria el gorro frigio.

Sociedad de las Mujeres que se pretenden revolucionarias es el nombre que se dio a un club, adscrito a los jacobinos, que fue investigado en septiembre de 1793. La anteriormente citada Société Fraternelle también tenía la reputación de club jacobino.



Les furies de la guillotine ("Furias de guillotina"), ilustración de 1843.


La prohibición de los clubes femeninos ( 30 de octubre de 1793 -Jean-Pierre Amar-) fue desafiada con una manifestación de mujeres tocadas con gorro rojo (el gorro frigio que simbolizaba la Revolución) ante el Conseil général de la Commune (17 de noviembre).



Femmes de la halle ("Mujeres del mercado"), ilustración de 1843.


Para tranquilizar la situación y honrar de alguna manera a las ciudadanas patriotas, por un decreto de 26 de diciembre de 1793 se les reservaron lugares marcados en las ceremonias cívicas, incluidas las ejecuciones en la guillotina, que las mujeres aprovecharon de una forma peculiar: haciendo punto, por lo que fueron denominadas peyorativamente Les Tricoteuses ("las tricotosas"), ganándose reputación de sanguinarias (desde 1789 se utilizaba el término "furias" para referirse a las violentas mujeres del entorno sans-culotte).

Les Fouetteuses ("Las de los látigos"), escena de la Semana de Pasión de 1791




Los revolucionarios franceses estaban dispuestos a agradecer los servicios prestados a la causa protagonizados por las mujeres, como la famosa la marcha a Versalles en las jornadas de octubre de 1789, pero otra muy distinta era que se reconociesen sus derechos políticos.

Olympia de Gouges es, sin lugar a dudas, la revolucionaria más importante y  una de las precursoras del feminismo. Fue una prolífica escritora de obras de teatro, de novelas y de textos de contenido político. Dirigió el periódico L’Impatient. Fundó la Sociedad popular de mujeres. En 1791 redactó uno de los textos más importantes de la Historia, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en respuesta a la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.