sábado, 14 de junio de 2014

La Belleza como Tortura: Los "Pies de Loto" de las Mujeres Chinas




En China, con la dinastía Sung, surgió la costumbre de vendar los pies de las niñas, llamados "los pies de loto dorado", por la similitud con esta flor. Los pies pequeños eran considerados como la máxima expresión  de sensualidad en el cuerpo femenino. Esta práctica ha estado vigente, al menos, durante 2.000 años. La práctica se popularizo primero entre damas de la alta cortesía y luego, se extendió a todos los estratos sociales. Al principio era un capricho, un canon de belleza a seguir, pero después la tradición se convirtió en obligación y sufrimiento, y todas las jóvenes, incluso en contra de su voluntad se veían obligadas a sufrir esta cruel tortura. 





El vendaje de los pies, comenzaba a edades muy tempranas, entre los 4 y 8 años. Los pies se ponían en remojo con una mezcla de hierbas y sangre animal para eliminar las posibles infecciones de la piel, en ese momento su propia madre le rompía los 4 dedos más pequeños y los aprisionaba contra el talón para luego vendarlos con seda o algodón. Se esperaba hasta los 4 años de edad mínimos, para evitar que, de hacerlo antes, la niña pudiera perder por completo la facultad de andar.




Este ritual se repetía cada dos días con vendas limpias y durante 10 años. Esto provocaba, obviamente, una deformación en la estructura ósea del pie.






Como el encanto de  una mujer residía en sus minúsculos pies, toda muchacha con los pies pequeños tenía las mejores perspectivas de casamiento.  Estar lista para casarse, en aquella época, tenía mucho que ver con poseer pies perfectamente vendados. Para que los pies se convirtiesen en loto dorado –obra de arte y objeto de deseo– debían medir sólo siete centímetros y reunir las siguientes características: ser delgados, pequeños, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos. El vendaje era una manera de rehacer el cuerpo para esconder la naturaleza y despertar la imaginación erótica de lo oculto.







Para los hombres el principal efecto erótico era el "andar de loto": los pequeños pasos, el oscilante y frágil caminar de una mujer cuyos pies habían sido vendados. Las Mujeres evitaban poner el peso del cuerpo en la punta del pie y tendían a caminar predominantemente en sus talones. Como resultado, las mujeres que habían pasado por el proceso del vendaje caminaban cuidadosamente y con paso vacilante. El hecho de que el pie vendado estuviese oculto a los ojos de los hombres era sexualmente estimulante.





Otro atributo de las mujeres con los pies vendados era la limitación en su movilidad y, por lo tanto, su impedimento para tomar parte en la vida política y social. Los pies vendados volvían a las mujeres dependientes de sus familias, particularmente de sus esposos. Se convertían en un apreciado símbolo de castidad y propiedad del hombre ya que la mujer quedaba restringida a su hogar y no podía aventurarse lejos sin escolta o la ayuda de sirvientes.

Muchas de las mujeres que se sometieron a esta dolorosa práctica quedaron con incapacidad permanente.

 




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