sábado, 24 de mayo de 2014

"La única manera de madurarse en el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todas es caminar dentro de ella.” . El voto de las Mujeres


El miedo al voto “conservador” de las mujeres planeó durante décadas sobre la decisión de concederles el derecho a votar. Sobre su capacidad para poder votar se dijo de todo:

 “La mujer es histerismo y se deja llevar por la emoción y no por la reflexión crítica» (Roberto Novoa, de la Federación Republicana Gallega) «Él histerismo impide votar a la mujer hasta la época menopáusica» (Hilario Ayuso, del Partido Republicano Federal). O la propuesta del diputado Eduardo Barriobero, del Partido Republicano Democrático Federal, que pedía excluir de dicho derecho a las 33.000 monjas que existían en España.
 






“El voto hoy en la mujer es absurdo, porque en la inmensa mayoría de los pueblos el elemento femenino, en su mayor parte, está en manos de los curas, que dirigen a la opinión femenina, se introducen en los hogares e imperan en todas partes. La mujer española, especialmente la campesina, no está capacitada para hacer uso del derecho del sufragio de una manera libre y sin consejos de nadie. Con lo que hoy ha acordado el Parlamento, la República ha sufrido un daño enorme y sus resultados se verán muy pronto. (Diario "La Voz", de 1 de octubre de 1931)





Tanto la diputada socialista-radical Victoria Kent como Margarita Nelken sostenían que la mujer española carecía en aquel momento de la suficiente preparación social y política como para votar responsablemente, debido a que estaban muy influenciadas por la Iglesia y su voto podía ir a parar a los partidos conservadores. Basaban sus argumentos  en que un grupo de católicas acababa de entregar un millón y medio de firmas al presidente de las Cortes, pidiendo que «se respetaran los derechos de la Iglesia» en la Constitución.





Afortunadamente otros diputados lo tenían más claro. Hubo muchos diputados que defendieron el voto femenino con argumentos como que «la única manera de arrancar a la mujer de las garras del confesionario es concederle el voto», «que esta sabrá separar sus sentimientos religiosos del fanatismo que le impida el ejercicio de sus deberes ciudadanos», «que el voto de la mujer no solo no perjudicará, sino que representará un extraordinario refuerzo para la República» o que, «para que la mujer se vea comprometida con la República, es preciso concederle el voto».



 Clara Campoamor pronunció su famoso discurso resaltando estas palabras: ”No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer (… ) que está anhelante, aplicándose a sí misma la frase de Humboldt, de que la única manera de madurarse en el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de ella.”





El 19 de noviembre de 1933 se celebró la primera vuelta de las segundas elecciones generales de la Segunda República Española para las Cortes y fueron las primeras en que  las mujeres ejercieron el derecho al voto. Por primera vez  las mujeres fueron a votar (6.800.000 censadas) y el resultado de las elecciones  fue la derrota de los republicanos de izquierda y de los socialistas y el triunfo de la derecha y del centroderecha,¿Por culpa de las Mujeres? No. Fue debido fundamentalmente a que los partidos de esa tendencia se presentaron unidos formando coaliciones, mientras que la izquierda se presentó dividida.
Los partidos de izquierda aprendieron la lección. El Frente Popular de España, coalición política de republicanos de izquierda, socialistas y comunistas formada en 1935 ganó las elecciones celebradas el 16 de febrero de 1936. ¿Gracias a las Mujeres?. Sí, porque si ellas no hubieran votado mayoritariamente, las izquierdas no hubieran salido. Desgraciadamente, poco después estalló la guerra.







Quiero terminar con dos frases:
Una. Como escribió Wenceslao Fernández Flórez en las crónicas parlamentarias, «para orgullo de la superioridad masculina estamos seguros de que ellas nunca podrán superar nuestros absurdos».

Dos."Nos oponemos al voto de los hombres (...) porque son demasiado emocionales a la hora de votar. Así lo revela su conducta en los partidos de béisbol y en las convenciones políticas, mientras que su tendencia innata a recurrir a la fuerza los incapacita especialmente para la tarea de gobernar". Alice Duer Millar ( 1874 –  1942) .
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