sábado, 4 de enero de 2014

“La mujer y la osa cuanto más fea más hermosa”



¿Qué mujer al conocer la vida de las aves y sus roles sexuales no ha fantaseado alguna vez con ser una de ellas?. La Naturaleza ha decidido que en las aves sean los machos quienes exhiben en sus plumajes coloraciones llamativas, mientras que las hembras deben pasar físicamente desapercibidas, para proteger a la especie de los depredadores. Son los machos quienes deben ser bellos, no las hembras. Sin embargo, en la especie humana son las mujeres quienes son “obligadas” a ser bellas. Y como señala Susan Sontag "No está mal ser bella, lo que está mal es la obligación de serlo". El cuerpo de las mujeres ha sido, desde tiempos inmemoriales, objeto de control y dominio por parte del patriarcado, quien dicta en cada momento sus cánones de belleza. Apenas treinta años separan la rotundidad exuberante de Mae West de la extrema delgadez de Twiggy. Hace ya siglos Mary Wollstonecraft escribía:"Enseñadas desde su infancia que la belleza es el cetro de las mujeres, la mente se amolda al cuerpo y, errante en su dorada jaula, sólo busca adornar su prisión" Desgraciadamente esta frase sigue vigente. En la sociedad actual, ya desde pequeñas,  las niñas son “domesticadas”, a través del  cine, la televisión, las revistas o la publicidad para desear una  apariencia imposible de conseguir. Se las empuja para que caigan en la trampa de construir “cuerpos sociales” inexistentes, fuera de toda realidad.
 






A esto hay que añadir que la pérdida de peso en Occidente se ha vuelto obsesiva. El terror a la báscula de las mujeres, ya sean  delgadas o  gordas se ha vuelto crónico. Naomi Wolf  lo expresa nítidamente:” Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres. Está obsesionada con la obediencia de éstas. La dieta es el sedante político más potente en la historia de las mujeres; una población tranquilamente loca es una población dócil”. Mujeres desdichadas y dóciles que además consumen. Porque una persona insatisfecha es una persona consumista. Y las fábricas de crear “necesidades innecesarias”, léase pastillas para adelgazar, pastillas para curar la frustración por no adelgazar, cirugías estéticas, cremas milagrosas, cabellos siempre sedosos, modas cíclicas y caprichosas, etc,etc…lo saben. Y no van a soltar a sus presas tan fácilmente. Luchan con todos los medios posibles ante el miedo de que un día las mujeres se liberen de “la obligación de ser bellas”, que tanto las oprime, y digan ¡basta!.


 


Porque no hay nada más revolucionario y liberador que alguien que se gusta a sí mismo/a. Alguien que está contento/a con lo que es. Esas personas son verdaderamente peligrosas. Son personas que prefieren  medirse en Alegrías y Risas  en lugar de en Centímetros y Kilos. Personas que pasan de los cánones de belleza impuestos y  comen,  se visten, y se peinan como quieren. Personas que no tienen miedo ni a la belleza ni  a la fealdad.
Por cierto, hablando de belleza y fealdad, el  refranero   español, al que se le puede acusar de todo menos de misógino, recoge el siguiente refrán: “La mujer y la osa cuanto más fea más hermosa”.¡Ay!. Perdón, perdón. Me dicen que no. Que el refrán es:”El  hombre y el oso, cuanto más feo más hermoso”. Me recuerdan que el día que se repartieron los privilegios, las mujeres ni siquiera eran una costilla. ¡Qué despistada soy! Aunque pensándolo bien, ¿quién querría ser una osa pudiendo ser una “pájara”? Término que el diccionario, por una vez y sin que sirva de precedente, define como” Mujer astuta, sagaz y cautelosa”. Lo dicho: quiero ser Pájara. Y si es “una pájara de cuidado “, mejor.